Hay abundantes vestigios de ocupaciones prehispánicas en el área del parque y sus alrededores. La región de pasca, en el valle del rio sumapaz, era territorio tradicional de los sutagao, presumiblemente pertenecientes a la familia macro lingüística Karib. En la parte alta de los valles de Fusagasugá y Tunjuelo en los páramos aledaños y en la vertiente oriental del rio blanco habitaron los muiscas, de la familia macro lingüística chibcha. La región sureste la ocuparon los guape.
Los muiscas ocuparon un territorio que abarcaba la porción central de los andes colombianos especialmente las altiplanicies de la cordillera oriental, en inmediaciones de lo que hoy corresponde a las sabanas de Bogotá, Nemocon, Ubaté, Chiquinquirá, Tunja y Sogamoso. (Betancourt & Varón, 2007)
Estos grupos prehispánicos habían desarrollado una compleja cultura de los metales, con importantes centros de intercambio comercial. Explotaban la sal, el carbón, las esmeraldas y el oro, regido por el código de nemequene, un tratado de derecho común que busca garantizar el bienestar de la comunidad y un sistema económico de trueque o pago en oro que establecía días especiales de mercado y comercio con otros grupos, sistema de pesos y medidas, créditos e intereses a deudores morosos, e infraestructura tributaria, con trabajo en beneficio propio pero produciendo excedentes para sostener a la clase dirigente.
Además algunos grupos se dedicaban a la agricultura en terrenos inclinados, secos o anegadizos utilizando sistemas de terrazas, canales de riego y drenajes, para impedir el lavado de los suelos por acción de las lluvias.
La base de la dieta de los muiscas fue el maíz. Lo cultivaron en suelos fertilizados con abonos orgánicos y aprovecharon las relaciones que establecen algunas leguminosas con bacterias nitrificantes. Aprendieron a prever los ciclos lunares y estacionales y manejaron la topografía de las montañas sembrando en forma escalonada. Dejaron abundantes piezas de algodón, fique y cerámica y su orfebrería fue codiciada por los conquistadores, que no escatimaron esfuerzos por profanar templos y urnas funerarias y para despojar a las mujeres de sus adornos y esclavizar a los hombres con el propósito de extraer más oro y esmeraldas de las entrañas de la tierra.(Betancourt & Varón, 2007)
Actualmente los campesinos del altiplano conservan algunas prácticas de sus ancestros, como el calendario de siembras basadas en las fases de la luna, el uso de paja y bahareque en las construcciones, la alfarería, el telar vertical para tejer mantas y ruanas; también algunas costumbres imprevisivas de los conquistadores, como el uso de bueyes y yunta para hundir los suelos antes de sembrar y el pastoreo de ganado vacuno en las laderas.
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